Por: Ricardo Dueñas.
Descarbonizar la economía es una prioridad. Si no lo hacemos, los 51.000 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera cada año, provocarán un inclemente calentamiento global.
Hace poco leí que Facebook se convirtió en una empresa CO2 neutra y que usa el 100% de energía renovable en sus operaciones. Este gigante tecnológico, desde hace un tiempo, trabaja en disminuir sus gases de efecto invernadero, objetivo que cumplió en un 94% con respecto al 2017.
Este caso de éxito es un claro ejemplo de que cada vez más, las empresas más grandes del mundo entienden la necesidad de convertirse en compañías responsables.
Una amenaza en cuenta regresiva
Hoy, prácticamente la totalidad de la comunidad científica del mundo comparte la lectura de que si no existe un freno a raya de las emisiones de gases de efecto invernadero, se producirá un sobrecalentamiento de entre 2º y 4º, hasta el año 2050.
El tiempo es cada vez más corto. Debemos tomar medidas urgentes y crear estrategias para lograr que las empresas puedan reducir sus emisiones de carbono en sus planes de recuperación post-covid. El no hacerlo, traerá un alto costo para el mundo. El calentamiento del planeta provocará catástrofes climáticas como deshielos y su consecuente influencia en la subida del nivel del mar, inundaciones y grandes deficiencias en los sitios más pobres. Esto genera un efecto dominó en la salud, seguridad alimentaria, productividad en agroalimentos, deficiencia en la calidad del sistema de salud pública, refugiados climáticos, entre otros escenarios lamentables.
¿Qué podemos hacer?
Los hábitos personales aportan a la consecución de este objetivo, desde una perspectiva de sostenibilidad pragmática. No es necesario dejar de hacer las cosas sino hacerlas de forma responsable, entender su impacto y ejercer consumo responsable.
En cuanto al rol de las empresas, deben trascender su visión sobre las acciones que se centran en el uso indiscriminado de energía y en dejar de quemar los combustibles fósiles. Hay que dar un paso más allá. Necesitamos ver todo lo que implica este proceso, desde la generación de energías limpias en diferentes industrias como la de la movilidad, el uso de energías en agroalimentos, en los hábitos principales del ser humano, la industria aeronáutica, entre otras.
Otro de los aspectos que las empresas pueden tomar en cuenta es la elasticidad de sus públicos: ver cuánto más la gente está dispuesta a pagar por algo sostenible, priorizar dónde se puede tener el mayor rendimiento para la descarbonización.
¿Por qué hacerlo?
Esta transición a la descarbonización de la economía será el mejor negocio. Si no tenemos a futuro un planeta que heredar, la pobreza se incrementará, haciendo que la demanda baje y la economía se contraiga. Si las empresas quieren cuidar su posibilidad de hacer negocios a futuro, deben comprometerse por luchar contra la crisis climática y así evitar los desastres que trae consigo y repercusiones que trae consigo.